¿Te consideras una persona resiliente? 

El triunfo absoluto es una utopía, ¡nada sale a la primera!

¿Sabías que la tasa de efectividad de caza del león es de solo un 14%? Sí, de 10 veces que sale a cazar, solo 2 consigue su objetivo. Increíble, teniendo en cuenta que para todos es reconocido como uno de los mejores cazadores y más efectivos ¡pues también tiene muchos días malos!

Hay un camino detrás del éxito, basado en ilusión, desilusión, levantarse, caerse, persistir, ser constante, disciplinado, etc. ¿pero y entonces a qué llamamos resiliencia? 

La resiliencia proviene de la física, es la propiedad que tienen ciertos materiales para volver a su forma original, después de deformarse por la acción de una fuerza externa. 

Esta propiedad ha sido trasladada al mundo de la mente humana, por lo que una persona resiliente es aquella que sabe reponerse después de sufrir algún revés emocional, tras una caída, sabe levantarse con más fuerza si cabe.

La resiliencia no nace, se hace.

Es cierto que es una característica innata en el ser humano, es decir, físicamente tenemos la capacidad de persistir hasta lograr una meta, pero no de hacer un aprendizaje efectivo.

Un bebé, cuando aprende a caminar cae cientos de veces y vuelve a levantarse hasta conseguir andar. Pero en este proceso, no hay un ejercicio consciente de evaluar la razón de la caída y buscar nuevos métodos para no caer de nuevo, ¿a que no?

Entonces ¿Cómo se desarrolla la resiliencia? Simple, con entrenamiento.

El desarrollo de la capacidad de autoevaluación, de análisis introspectivo de las razones internas que nos han hecho fracasar y aprender de los errores con la finalidad expresa de no cometerlos nuevamente. Este proceso de aprendizaje, requiere de un grado de humildad, aceptación y disciplina que no son naturales en nuestro comportamiento.

La resiliencia es vital en los negocios

Al encender una bombilla para iluminar tu oficina ¿Tienes idea de cuantos filamentos usó Thomas Alva Edison hasta lograr el correcto? ¡Más de 10.000! Alguien le preguntó por qué seguía insistiendo luego de mil fracasos, Edison respondió “No he fracasado, he conseguido 10.000 formas de no hacer una bombilla ”Eso es resiliencia. Tras cada intento fallido, Edison volvía a la mesa de dibujo y diseñaba otro material que lograra su cometido. Los emprendedores nos enfrentamos diariamente con pruebas de resiliencia. Ideas que suenan muy bien en una hoja de cálculo, pero que luego al enfrentarse a la realidad, se estrellan estruendosamente. Es ahí, tras cada caída, cuando el espíritu resiliente del emprendedor debe salir a flote. 

“Aprende del error y vuelve a intentarlo hasta conseguirlo”.

Pero, aunque suena muy alentador, hay un proceso metodológico para ejercer la resiliencia en los negocios.

Sigue estos 3 pasos fundamentales para ejercer la resiliencia:

• Autoevaluación objetiva
  En los negocios, la pasión es muy buena compañera. Hace que tengamos una fuerza interna capaz de seguir adelante con nuestros proyectos contra viento y marea. Sin embargo, la euforia pasional de una idea puede seguirse de una depresión descomunal luego de un fracaso. Es en estos casos, donde debemos hacer un análisis objetivo, estructurado e introspectivo de las razones que nos han llevado a la derrota. ¿Por qué no funcionó? ¿Qué pude hacer de otra manera? 
  La finalidad de esta evaluación, es identificar y cuantificar los motivos internos y externos que han hecho que el proyecto no prospere. Para ello, necesitamos sacar de la ecuación a la pasión. Evaluar un proyecto desde la objetividad requiere de nosotros la frialdad de entender el proyecto desde el punto de vista del consumidor, de la competencia y desde nuestra capacidad interna de llevarlo a cabo.
• Reingeniería
  A veces, la idea es muy buena pero la forma de ejecutarla, no lo es. En estos casos, conviene evaluar todas las facetas del proceso. Desde el estudio de factibilidad del proyecto, sus postulados, cálculos, estadísticas y hasta los análisis financieros. Posteriormente, evaluar la instalación del proyecto y los objetivos planteados. Las cadenas de suministro, logística, producción, distribución, marketing, ventas y finanzas. Hay que evaluar desde el pomo de la puerta de la entrada hasta el último software de administración. Debemos ser detectives de nuestro propio proyecto y cambiar aquello que necesite ser cambiado, tomando en cuenta a todos y cada uno de los miembros de la empresa, todos deben aportar y sumar esfuerzos.
• Levantarse
  Una vez que hemos identificado, evaluado y reestructurado las causas de nuestra derrota, debemos actuar en consecuencia. Es decir, todos los cambios necesarios, deben ser resaltados y probados nuevamente. Salir de nuevo, no implica triunfar. Eso debe estar claro en todo momento.
  Debemos evaluarnos constantemente para asegurarnos que la adaptación a cambios en el mercado no nos tomen por sorpresa, es decir, ser proactivos y asertivos. Crear planes de acción, estrategias, revisión de objetivos y coordinación son pasos vitales en el proceso de levantarse nuevamente. Esconder estos procesos bajo la alfombra, es no sólo inútil sino contraproducente. Nuestros clientes, proveedores y competidores deben saber que hemos hecho este proceso de recogimiento y que tenemos la humildad para aceptar nuestra derrota. 
  
  

La resiliencia requiere de un alto grado de autoestima de todos los involucrados. 

Sin culpas, sin recriminaciones o remordimientos, la resiliencia debe ser un proceso libre de aspectos negativos y cargado de las mejores aspiraciones en que el proceso de aprendizaje nos hará más fuertes que antes y que la próxima vez ¡todo va a salir mejor! Este proceso no es fácil, pero necesitamos aprenderlo. En mis programas de formación, te doy las herramientas para manejar los reveses que nos encontremos, trabajar la resiliencia y emprender un camino seguro al éxito.

“Caerse mil veces y levantarse de nuevo. En eso consiste la vida”. ¡Aprende a ser resiliente!