“Hecho es mejor que perfecto” Mark Zuckerberg
Tener cierto nivel de exigencia es positivo, nos lleva a culminar un trabajo sin errores, a terminar lo que empezamos y a sentirnos orgullosos y satisfechos con nosotros mismos. No obstante, si nuestro nivel de exigencia es muy alto, tanto que se nos va de las manos, puede traernos un impacto negativo para nuestra vida; insatisfacción, angustia, frustración y conflictos con los demás.
Exigirse a uno mismo y a otros para lograr calidad es algo positivo, siempre y cuando existan ciertos límites.
¿Cómo identificar si eres muy exigente?
Las personas que se sobrepasan en los niveles de exigencia son difíciles de complacer o mantener satisfechas, pues su nivel de expectativa siempre está por encima de lo que puede lograr o recibir de otros, tanto a nivel personal como profesional.
Piden demasiado, pueden ser caprichosas, obstinadas y hasta autócratas. Las personas exigentes pueden ser intransigentes con ellos y los otros, generando problemas que afectan sus relaciones interpersonales y su calidad de vida en general.
He conocido hombres y mujeres brillantes pero que no encuentran la calma y lideran a los equipos a través de la insatisfacción. Me dicen “Laura, soy muy exigente, no puedo remedirlo y estoy liderando a mi equipo a que nunca estén satisfechos”. “Siempre pienso que yo lo podría haber hecho mejor y le busco peros, reconozco las mejoras que hacen pero en mi mente pienso que les falta algo más y algo más”.
A continuación, presentamos algunos comportamientos típicos, para que puedas autoevaluarte y comprobar si formas parte de este grupo de personas con una exigencia tóxica:
- Sientes insatisfacción, sueles autocriticarte y criticar a otros.
- Nunca me siento 100% satisfecho, siempre encuentro un pero..
- Inviertes mucho tiempo en cualquier actividad, no sientes complacencia al culminarla, pues piensas que podías haberlo hecho mejor.
- Temes equivocarte y recibir críticas. (Aprende cómo dominar el miedo)
- Precisas tener bajo tu control todas las situaciones para minimizar riesgos.
- A veces sientes miedo y culpa que pueden llegar a paralizarte.
- Necesitas repasar varias veces lo ya planificado y aceptado con antelación
- Evitas la angustia que te produce la incertidumbre.
- Te cuesta delegar tareas y confiar en que otros puedan hacerlas bien.
- Rehúsas cambiar tu punto de vista y aceptar la visión de otros.
- Te encaprichas en corregir detalles y puedes ser déspota.
- Te impones metas a menudo poco realistas y hasta absurdas.
- Te consideras una persona exigente en todo (familiar y profesional) y con todos.
- Sufres de estrés y ansiedad.
- Inviertes mucho tiempo en cada actividad perdiendo disfrutar cosas importantes, que posteriormente te generan culpa.
- Te cuesta aceptar que un trabajo está terminado o lo suficientemente bien hecho.
14 Pautas para gestionar la exigencia excesiva o tóxica
- Identifica las cosas que son más importantes e impactantes para tus objetivos personales, de esta manera podrás comenzar a diferenciar qué tan exigente puedes ser o no, con determinados temas.
- Establece objetivos realistas, alcanzables y controlados por ti.
- Identifica cuáles son tus fortalezas y enfócate en sacar provecho de ellas. Olvida tus debilidades.
- Planifica e invierte tiempo de calidad para los aspectos personales de tu vida: visitar al médico, ejercitarte, programar espacios para recrearte y descansar.
- Realiza un calendario con los tiempos que vas a dedicar a cada una de las actividades que debes efectuar, bien sea en el trabajo, hogar u otro tipo. Esto te ayudará a administrar el tiempo y aceptar lo bueno vs lo perfecto.
- Recuerda que es humano cometer errores.
- Activa pensamientos positivos y neutraliza los negativos con mensajes de reclamo, tales como “puedo hacerlo mejor”, “debería invertir más tiempo en esto”, “no le estoy dando tanta importancia”, etc. Pensamientos positivos: Voy a ver lo que me gusta del proyecto, tareas o aquello que he realizado. “estoy avanzando” “los beneficios de…” “Los cambios ayudan a…”
- Expresa tus frustraciones solo para darles un enfoque positivo, evita las quejas.
- Date el permiso de improvisar de vez en cuando, de hacer cosas sin previa planificación y disfrútalas tanto como puedas.
- Valora tus logros, tus conocimientos, lo que sabes hacer bien.
- Deja el pasado atrás, aquellas cosas que no ocurrieron, olvídalas y sigue adelante, lo valioso de la vida es lo que está por ocurrir y no lo que ya pasó.
- Busca apoyo para aprender a tolerar y manejar la frustración.
- Fortalece tu autoestima, practica la empatía y la humildad.
- Ten en cuenta que los errores son una oportunidad para aprender, crecer y no para auto- flagelarse y castigarse.
Personalmente, a mí me gusta darlo todo, al máximo potencial pero siempre que los objetivos de mejora que me marque o aquello que me exija sea sano, claro y específico. He aprendido que hay que disfrutar, disfrutar y disfrutar de los pequeños y grandes pasos. Aprender a disfrutar y a compartir te da paz, calma y seguridad.
Ahora es tu turno!… toma la decisión y emprende el camino de transformación personal. Recuerda ser amable, paciente, y nutritivo contigo mismo y practicar a diario cada pauta.
¿Qué te gusto del artículo? ¿Te sentiste identificado? ¿Conoces alguien que se exija tanto que no disfrute de sus logros?
Un abrazo.
Laura Cantizano